Los niños con dislexia presentan dificultades en mayor o menor grado en su atención selectiva asociado o no a trastornos de déficit de atención. La disfunción cerebral que afecta las habilidades de decodificación fonológica en los disléxicos también influye en la calidad del procesamiento cognitivo, sobre todo de la atención y memoria. La atención selectiva es la capacidad psicológica para centrarse en un aspecto determinado y dejar de lado o ignorar otros aspectos que no interesan y son irrelevantes para el objetivo que se persigue. Este proceso es fundamental para el aprendizaje y para adquirir conocimientos precisos y de utilidad para el uso cotidiano.
La atención también puede ser alterada por la influencia de la emocionalidad, la motivación, los intereses y otros factores como el ambiente, el ruido, los colores, el desorden, la salud, la alimentación y la calidad del sueño y descanso.
La atención selectiva en las diversas edades
En las edades previas a los 6-7 años los niños se distraen con facilidad, pasan de un tema de interés a otro, se saltan las reglas de un juego, cambian o abandonan la actividad con facilidad y se concentran menos en una misma tarea. Pero a partir de los 6 años se les hace más fácil trabajar de forma independiente, pueden participar en una o más actividades con sus compañeros y logran concentrarse con mayor acierto en los principales elementos de un juego o de una tarea. Esta diferencia se debe a un mayor desarrollo de la atención selectiva, la capacidad de dejar de lado los distractores y concentrarse en los aspectos relevantes.
Es necesario acotar que desde los 2 a los 6 años, a pesar de mayor distracción, los niños son capaces de prestar atención de forma selectiva y filtrar aspectos no relevantes. Pero, la diferencia está en que necesitan mucha ayuda externa, instrucciones, estímulos y ser motivados más que los mayores para controlar su atención. De modo que, por medio de las vivencias, serán gradualmente más capaces de dirigir y controlar voluntariamente su propia atención.
Tener una buena atención selectiva, no implica solamente filtrar lo irrelevante, también requiere un esfuerzo consciente para no atender a estímulos destacados que no son pertinentes. Este control juega un papel importante en los procesos perceptivos, de memoria y de pensamiento, traduciéndose en una mejor planificación y toma de decisiones.
El control de la atención por parte de los niños de 7, 8 y 9 años es más eficiente y ajustada a las exigencias de la tarea, asimismo a esta edad ya se ha alcanzado mayor adaptabilidad de los procesos cognitivos.
Ya entre los 9 y 12 años los niños consiguen ampliar y sostener su control atencional a lo largo del tiempo. Además, ya logran utilizar estrategias que les resulten más ventajosas, y también las abandonan, para decidirse por otras, cuando dejan de ser convenientes a los objetivos de la tarea.
Los niños con dislexia tienen una evolución similar en el desarrollo de la atención selectiva, pero con constantes irregularidades, distracciones, ausencias y faltas de atención sobre todo en ambientes sobrecargados de estimulación, asimismo necesitan mayor ayuda y guía continua, que se le enseñen estrategias de autocontrol y una rutina que no sobrepase su tolerancia, en otras palabras, la sobrecarga los confunde y bloquea al punto que no logran controlar, ni mantener voluntariamente su atención.
Estudios recientes han reafirmado que los disléxicos además de tener un déficit en la decodificación fonológica también tienen un bajo desempeño en la memoria de trabajo, la atención y en los distintos componentes del funcionamiento ejecutivo, específicamente en las funciones de atención sostenida al realizar ejercicios y tareas sencillas. Y se sostiene hasta los momentos que el problema está relacionado con una disfunción cerebral en las zonas que se encargan del procesamiento cognitivo.
La inteligencia, atención y procesos cognitivos
La inteligencia se encuentra estrechamente relacionada con los procesos cognitivos básicos y superiores. Estos procesos básicos son imprescindibles para procesar la información que a cada instante ingresa y sale del cerebro por distintas vías sea sensación, percepción, atención y memoria. Los procesos cognitivos superiores, como el pensamiento, lenguaje e inteligencia se desarrollan en relación mutua con los básicos, unos a otros se nutren entre sí, si falla alguno los demás se verán afectados. El ser humano se distingue de los demás seres vivos por el desarrollo preeminente de los procesos superiores.
Los niños con dislexia padecen de una dificultad específica para procesar de manera eficiente y automática la información relacionada con los signos convencionales de la escritura humana y evidentemente tanto los procesos superiores y básicos están involucrados en este procesamiento en condiciones subóptimas. Por supuesto, la inteligencia en los disléxicos es normal (a menos que tenga asociada otra condición) por lo general la normalidad oscila entre el promedio ligeramente por debajo o por encima, y se espera desde esta variable que las demás habilidades cognitivas se encuentren funcionando en menor o mayor grado de optimización.
Como mencionamos antes, también es posible que la dislexia coexista con una discapacidad intelectual sea leve o moderada, y otros trastornos, pero en estos casos ya la dificultad prioritaria no es especifica sino generalizada, entonces todos los procesos sean básicos y superiores están afectados por un funcionamiento deficiente. No así en la dislexia, el funcionamiento es disfuncional pero puede mejorarse, de ahí la importancia de conocer las mejores estrategias para optimizar el desarrollo de todos los procesos cognitivos, entre ellos, la atención selectiva, todos susceptibles de ser estimulados a su máximo potencial de desarrollo.
Entonces a mayor desarrollo de los procesos básicos, mayor es el desarrollo de los superiores que descansan en la base pero que también nutren de vuelta esa misma base. De esto deducimos que la capacidad selectiva de la atención se ve influida de manera favorable o desfavorable por la calidad de todo el equipo cognitivo del individuo.
La capacidad del individuo de orientar su atención con eficacia hacia más de un estímulo a la vez está condicionada por la calidad de desarrollo de su estructura cognitiva. Y aquí está el problema de los niños con dislexia y es que ellos funcionan mejor en un ambiente estructurado, ordenado, tranquilo sin muchos estímulos visuales, sin ruidos y en calma.
Los niños con dislexia tienen capacidad selectiva de atención, a diferencia de los niños con discapacidad intelectual que tienen afectada su capacidad de focalizar su atención. Los disléxicos si focalizan, son capaces de centrarse en los aspectos de interés e ignorar los que no son relevantes para el objetivo a lograr, pero en ambientes disruptivos esta capacidad se ve alterada, difícil de sostener, y no es que tengan un déficit severo para sostener la atención, (a menos que tenga asociado un trastorno de déficit de atención con o sin hiperactividad), sino que son muy susceptibles a la contaminación acústica, visual, térmica y a los cambios desfavorables de salud, alimentación, sueño y descanso.
Aspectos que se deben observar en la atención
¿Focaliza la atención en la tarea? ¿Focaliza su atención en los estímulos que se le presentan? Un niño de inteligencia normal es capaz de hacerlo, es capaz de centrarse en el estímulo que se le muestra, de no hacerlo es necesario que sea evaluado por un psicólogo para determinar el origen del problema.
¿Mantiene la atención durante el tiempo necesario que requiere el procesamiento de la tarea? Si el niño focaliza su atención en determinado aspecto, pero no logra mantener la atención para procesar y finalizar la tarea, entonces se infiere que puede tener un déficit de atención acompañado o no de hiperactividad, por lo general cuando el desorden es exclusivamente del tipo inatento, éste pasa desapercibido por los docentes y padres.
¿Puede sostener su atención en medio de intenso desorden visual o ruidos? ¿Tiene mejor desempeño en lugares silenciosos y ordenados? ¿Se distrae con facilidad en ambientes silenciosos y de pocos estímulos visuales? ¿Se le ha enseñado al niño estrategias metacognitivas para autorregular su atención? Todas estas son preguntas a las que hay que darle respuestas precisas, mediante observaciones sistemáticas, para identificar el tipo de dificultad que presenta el niño en su capacidad de atención, pero ya sabemos que posee atención selectiva solo que puede estar alterada o funcionar con ciertos trastornos.
Cómo evaluar la atención
La atención puede evaluarse con pruebas informales y mediante la observación sistemática de la conducta del niño mientras realiza cualquier actividad, sea en juegos, ver televisión o realizando una tarea. También existen test estandarizados que permiten evaluar con precisión este proceso, uno de ellos es el test d2-R de Rolf Brickenkamp, éste mide la velocidad de procesamiento, el seguimiento de instrucciones en tiempo limitado y valora la atención selectiva mediante cancelación de estímulos visuales en los que se han incluido estímulos irrelevantes.
El objetivo de la observación es determinar si el niño presenta dificultades de atención de origen metacognitivo, motivacional, por discapacidad intelectual, trastorno de comportamiento perturbador, déficit de atención, problemas emocionales o por maltrato que muchas veces se desconoce que existe en su hogar.
EL déficit de atención es un trastorno que puede manifestarse asociado o no a la dislexia y afecta prioritariamente la capacidad para sostener la atención y puede estar acompañado o no con trastornos de la actividad motora y/o verbal, en este caso el problema de atención se manifiesta con mayor severidad.
La dificultad para focalizar y centrar la atención o atención dispersa en todo momento indica discapacidad intelectual y aprendizaje lento.
Cómo identificar el déficit de atención
- Se observa de manera sistemática si el niño mantiene la atención el tiempo necesario que requiere cualquier tarea, sea en una conversación, episodio televisivo, actividad de juego u otro, y si es una constante ese comportamiento en distintos ambientes sociales.
Cómo identificar la distraibilidad o atención dispersa
- Se observa si focaliza, fija o centra la atención en cualquier estímulo que se le presenta, en ver televisión, en actividades de juego y si ignora los estímulos irrelevantes. Si no fija su atención y pasa de una cosa a otra sin detenerse en ninguna se comprueba que tiene una atención dispersa.
Al descartarse ambos trastornos, sea de déficit de atención o distraibilidad, se puede inferir que la falta de atención puede ser de tipo metacognitivo o por falta de interés y motivación
¿Puede mejorarse la atención?
Sí puede mejorarse, optimizando todos los factores que influyen en su buen funcionamiento, sea intrínsecos y extrínsecos al individuo. Sin embargo, cuando existe de base una disfunción cerebral, la atención se manifestará con alteraciones a pesar de que las condiciones externas sean óptimas.
Los factores intrínsecos se relacionan con la alimentación, salud y sueño. Los alimentos ultra procesados atiborrados de conservantes, sustancias químicas y la ingesta excesiva de dulces en determinadas horas del día, alteran la química de las áreas del cerebro involucradas en el procesamiento cognitivo, sobre todo para procesar la información mediante la memoria y atención, además agravan los trastornos en la actividad motora, verbal y del pensamiento de los niños con déficit de atención.
La falta de sueño o el no dormir mínimo las 8 horas diarias, los problemas de salud como las alergias, asma, infestaciones con parásitos, enfermedades que provocan desnutrición o una mala calidad de alimentación deterioran el desempeño cognitivo y por ende el aprendizaje.
Entre los factores extrínsecos que alteran el bienestar cognitivo del niño están el abandono en el cuidado de las necesidades básicas del niño, la violencia intrafamiliar, el alcoholismo, la drogadicción y el maltrato físico y psicológico en la familia. La carencia o mal uso de estrategias pedagógicas en la enseñanza del niño.
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